El Gobierno ni siquiera en Navidad deja de atacar a los medios y al periodismo, sino que arremete contra ellos siempre en su afán de ser la única voz y acallar otras que no divulguen sus discursos.
Ni siquiera en las Fiestas el kirchnerismo dejó entrever algo de tolerancia a la diversidad, sino que se quejó de las portadas de los diarios, las cuales lejos de adular sus mentiras imprimieron las noticias reales que se están viviendo en el país como: la ocupación ilegal del club Albariño, los desmanes en Plaza Constitución y los cortes de luz. Una realidad que el Gobierno se empeña en ocultar pero que sale igualmente a flote gracias a que todavía existe la pluralidad mediática.
Ya quedaron vastos motivos para reafirmar que la política kirchnerista no es más que un antónimo de la libertad de expresión porque lejos de permitir la multiplicidad de voces, las silencia para crear un escenario en donde los únicos que se expresen sean los perros falderos de Cristina, aduladores de sus mentiras.